jueves, 4 de mayo de 2017

Trump y el regreso del estado nacional soberano

Por: Maximiliano Londoño Penilla
Foro de Proyectos Estratégicos



"Y continuamos con una tradición tan antigua como la humanidad. Miramos a los cielos con asombro y curiosidad" dijo el Presidente Donald Trump el 25 de marzo, en su discurso semanal, al referirse a la  la ley de autorización de la NASA, firmada el 21 de marzo, por la cual se le otorga  a esta agencia un presupuesto de 19 mil 500 millones de dólares para el actual año fiscal y se le fija como objetivos: la exploración del espacio profundo, el envío de seres humanos a Marte y el mantenimiento de todos los programas importantes para que Estados Unidos siga siendo líder mundial de la exploración del espacio. Desde Kennedy la NASA no tenía una misión estratégica de gran alcance. Al firmar la ley, el Presidente Trump recibió de los astronautas una chaqueta con las insignias de la NASA. 

“Dos sistemas están ante el mundo;... uno busca aumentar la necesidad del comercio, el otro aumentar el poder para mantenerlo. Uno busca retrasar los hindúes y hundir al resto del mundo a su nivel; el otro, la elevación del nivel del hombre en todo el mundo a nuestro nivel. Uno busca el empobrecimiento, la ignorancia, la despoblación y la barbarie; el otro aumentar la riqueza, la comodidad, la inteligencia, la combinación de acción y la civilización. Uno busca la guerra universal; el otro la paz universal. Uno es el sistema inglés; el otro, bien podríamos enorgullecernos de llamar Sistema Americano, porque es el único concebido para elevar al mismo tiempo que iguala la condición del hombre en todo el mundo.” 
 Henry Carey, “La armonía de intereses”.

Los anuncios y acciones del Presidente Donald Trump, desde su posesión, el 20 de enero, han transformado positivamente la situación estratégica del planeta. Con Obama estábamos tanto en cuenta regresiva hacia una tercera guerra mundial como en los estertores del estallido de una fase terminal del actual sistema monetario y financiero mundial. Estos peligros no han desaparecido pero las políticas establecidas por Trump en los Estados Unidos y sus implicaciones internacionales abren la posibilidad de una cooperación entre las naciones del mundo para establecer una paz duradera fundamentada en el desarrollo económico, científico y tecnológico. Wall Street y la City de Londres han desatado una cacería de brujas y una campaña de desinformación de tal magnitud que muchas personas en realidad no conocen o temen expresar su simpatía por las acciones firmes de Trump en contra de la usura, el libre cambio, la desindustrialización,  el globalismo y la geopolítica.
Quien honestamente quiera conocer la revolución a favor del empleo y la producción que Trump ha puesto en marcha, de hecho a nivel planetario,  debería estudiar juiciosamente los siguientes discursos (y las correspondientes acciones emprendidas por la Casa Blanca):

 1) El Discurso de posesión del 20 de enero, donde establece claramente que las naciones o estados nacionales soberanos, empezando con Estados Unidos, volverán a tener vigencia. America First, de acuerdo a lo que Trump ha ido elaborando significa que todos y cada una de las naciones deben producir domésticamente sus productos para generar empleo productivo, estable y bien remunerado, en sus territorios. Las implicaciones de esta política de la Casa Blanca son claras: toda nación soberana, con Estados Unidos a la cabeza, debe fomentar y defender sus sectores industrial, agrícola, de infraestructura y de ciencia y tecnología. Así,  Trump anunció el sepelio de los tratados de libre comercio NAFTA (North America Free Trade Agreement o Tratado de Libre Comercio de América del Norte)  y TPP (Tran-Pacific Partnership o Acuerdo Trans Pacífico de libre comercio).  

2) En el discurso ante el Congreso (Cámara de Representantes y Senado) el 27 de febrero, Trump ubico su política  en una perspectiva histórica tanto al evocar la visión proteccionista de Abraham Lincoln  como al establecer los retos que implican la celebración, en nueve años,  de los 250 años de la fundación de Estados Unidos. Trump hizo la salvedad de que: “creo en el libre comercio, pero también en el comercio justo”. Trump explicó que “La infraestructura que se desmorona será reemplazada por nuevas carreteras, puentes, túneles, aeropuertos y ferrocarriles”. También  anunció Trump que: “Estados Unidos está dispuesto a encontrar nuevos amigos y forjar nueva alianzas, donde los intereses compartidos se alineen. Queremos armonía y estabilidad, no guerra y conflicto”.

3) En dos discursos consecutivos, el primero pronunciado en una reunión de activistas republicanos en Louisville, Kentucky, el 20 de marzo y el segundo, el 21 de marzo, en una cena organizada por el comité nacional republicano del Congreso, Trump explicó que su visión proteccionista se fundamenta en las políticas del “Sistema Americano” de Abraham Lincoln y Henry Clay. Trump dijo: "Y este es el sistema que nuestros Padres Fundadores querían. Nuestros mejores líderes estadounidenses  - incluyendo George Washington, Hamilton, Jackson, Lincoln - todos estuvieron de acuerdo en que para que Estados Unidos fuera  una nación fuerte, también debía ser una gran nación manufacturera”. Sobre Lincoln Trump explicó: “Nuestro primer presidente republicano, Abraham Lincoln, dirigió su primera campaña para un cargo público  en 1832 - cuando tenía  solamente 23 años. Comenzó por imaginar los beneficios que un ferrocarril podría traer a su puerto [parte] de Illinois - sin haber visto nunca un tren de vapor. No tenía ni idea, y sin embargo sabía lo que podría ser. Treinta años más tarde, como Presidente, Lincoln firmó la ley que construyó el primer Ferrocarril Transcontinental, uniendo nuestro país de océano a océano…”.

Efectivamente, los Estados Unidos se desarrollaron como nación independiente gracias a la políticas de Alexander Hamilton (primer secretario de hacienda, durante el gobierno de George Washington), quien creó el Primer Banco Nacional, que estableció el modelo de crédito productivo para financiar a: 1) la industrialización de la nación, 2) La mecanización de la agricultura y 3) El desarrollo de las grandes obras de infraestructura, para conectar físicamente a las diversas regiones geográficas. (Sobre el Sistema Americano de Economía se puede encontrar amplia documentación en www.larouchepac.com).

4) En el discurso del 21 de marzo, en compañía de astronautas, pronunciado en la oficina Oval de la Casa Blanca y en el  discurso semanal del 25 de marzo, Trump hizo anuncios transcendentales sobre la ampliación de la misión estratégica de la NASA y la asignación presupuestal de 19.500 millones de dólares  para esta agencia. Al firmar la ley de autorización S.442 para la NASA, Trump afirmó que esta ley: “Continúa el apoyo para el programa de tripulación comercial, que llevará a los astronautas estadounidenses al espacio una vez más.  Apoya la exploración del espacio profundo por parte de la NASA, incluyendo el sistema de lanzamiento al espacio y la nave espacial  ORION.  Avanza la ciencia espacial al mantener un conjunto equilibrado de misiones y actividades para explorar nuestro sistema solar y el universo entero. Y asegura que a través de los astronautas de la NASA y la investigación aeronáutica, Estados Unidos seguirá siendo un líder total  en la aviación”. De nuevo, prácticamente desde la Presidencia de J. F. Kennedy, los Estados Unidos vuelven a tener una perspectiva estratégica de gran alcance para la NASA.

En su discurso semanal del 25 de marzo, el Presidente Trump, contó que el astrónomo Robert Williams en 1995 quería emplear el telescopio Hubble para explorar lo desconocido, una región distante del universo de la cual solo se percibía la oscuridad y el vacío. Y el mundo quedó sorprendido en unos pocos días cuando aparecieron manchas de luz que resultaron ser miles y millones de nuevas galaxias de las cuales no se tenía el más mínimo conocimiento. “….Lo mucho que desconocemos acerca del espacio, francamente cuanto desconocemos de la vida”.  Para dar impuso  a esta continúa búsqueda de ampliar la gama de nuestros conocimientos Trump explicó que:
“Con la ley de autorización de la NASA esta semana continuamos el progreso con el  sucesor del Hubble, el telescopio espacial James Webb. Es fabuloso. El telescopio Webb está listo para lanzarse el próximo año. Mirará a través del tiempo y el espacio hacia las primeras estrellas y las primeras galaxias del universo. Sólo podemos imaginarnos las visiones increíbles que nos dará”. Y agregó:
“En el lapso de una vida, nuestra Nación pasó de imágenes en blanco y negro de los primeros aviones a bellas imágenes de las galaxias más antiguas, capturadas por una cámara en el espacio exterior. Estoy seguro de que si los estadounidenses pueden lograr estas cosas, no hay ningún problema que no podamos resolver. No hay desafío que no podamos cumplir. No hay  objetivo que sea demasiado alto. Sea lo que sea necesario y por mucho tiempo que nos tome, somos una Nación que resuelve problemas  y el futuro nos pertenece”. (El discurso completo en español puede verse en el sitio web: www.youtube.com/watch?v=IsPg9M789Ac&feature=youtu.be).

El restablecimiento de la Glass Steagall

Hasta el momento Trump ha desafiado uno de los axiomas fundamentales del orden internacional angloamericano de las últimas décadas, el axioma del libre cambio, considerado sacrosanto por los intereses usureros globalistas. Al plantear un regreso al Sistema Americano original de Washington, Hamilton, Lincoln, Franklin Delano Roosevelt y John F. Kennedy, Trump ha puesto en marcha el  reemplazo del libre cambio por el comercio justo (fair trade instead of free trade). La eliminación de este axioma librecambista implica la eliminación del modelo corporativo o empresarial asociado a este neoliberalismo. Es decir, los empresarios tendrán que volver a producir bienes y servicios en la perspectiva de promover el  bienestar general y  la generación de empleos productivos, estables y bien remunerados a nivel nacional. Lo que reinaba en las últimas décadas era la búsqueda de reducir los costos financieros, trasladando la producción a lugares donde se pudiera pagar el mínimo a la fuerza laboral y donde las materias primas o bienes intermedios fueran al menor costo posible. Este es el modelo de saqueo conocido como las maquilas. Con Trump este modelo corporativo tiene los días contados.

Otro de los axiomas cuestionados por las decisiones de Trump es la supuesta inevitabilidad de una sociedad posindustrial en la que tendríamos que prescindir de la ciencia y la tecnología avanzadas y regresar a la era de las cavernas, so pretexto de no contaminar el ambiente. Congruente con esta visión maltusiana contemporánea  habría que liquidar a miles de millones de seres humanos que se consumen los supuestos recursos no renovables.  Lo que ha dicho Trump, hasta el momento, apunta a que a través de la inversión en las áreas de frontera de la ciencia, como la exploración espacial, podremos descubrir y controlar nuevos principios físicos que nos permitirán resolver las actuales limitaciones y crear nuevos recursos. . Esto quiere decir que debemos desarrollar a plenitud tanto la fisión como la fusión nuclear y la materia/antimateria, etc., como posibles fuentes de energía barata y relativamente ilimitada en comparación con la simple dependencia de los combustibles fósiles, que de todas maneras tienen una vida limitada. 

Si con lo que ha dicho y hecho Trump, hasta el momento, ha puesto patas arribas al actual orden monetario, financiero y geopolítico actual, imagínense la preocupación de los usureros de Wall Street y la City de Londres si otras de las promesas formuladas por Trump, en la campaña presidencial, se materializan?. Por ejemplo, como candidato Trump,  prometió instaurar una ley Glass Steagall universal. Es decir, volver a la legislación original de la década de los 1930, de Franklin Delano Roosevelt, por la cual se separaban las actividades de la banca comercial de la llamada banca de inversión (especulativa). Se protegían las funciones esenciales de la banca comercial y de depósitos y se dejaba a su propio riesgo todas las actividades especulativas de la banca. La Banking Act o Ley de Bancos de los Estados Unidos de 1933 (Glass Steagall), junto con el New Deal (programa de inversión masiva en infraestructura) de Franklin Delano Roosevelt, fueron los instrumentos claves para derrotar a la Gran Depresión de la década de los 1920. En 1999 la Glass Steagall fue derogada gracias al cabildeo de los grandes bancos de Wall Street. Esto derogación contribuyó  a que el sistema monetario y financiero internacional se convirtiera en un gran casino financiero.  Desde la debacle financiera de 2007 – 2008, ni en los Estados Unidos ni en la eurozona, ha habido una legítima recuperación económica basada en el crecimiento de la economía física (industria, agricultura, infraestructura, ciencia y tecnología). Lo que ha ocurrido es que artificialmente se ha mantenido vivo al sistema financiero, a través de inyecciones masivas de liquidez, so pretexto de que los grandes bancos son demasiado grandes para quebrar. Este es el famoso rescate financiero (bail out) que se ha llevado a cabo a costa de los contribuyentes y a través de hiper emisiones  monetarias y financieras mega inflacionarias de la Reserva federal (flexibilización cuantitativa o quantitative easing), para “salvar a los bancos”. Este es un desafío que enfrenta la administración de Trump. Es imposible desencadenar el poder productivo del crédito (a bajas tasas de interés y a largo plazo para actividades productivas) si no se restablece la Glass Steagall.

La demonización de Putin y Trump

La posibilidad de que Trump establezca una relación de cooperación con Rusia, no sólo para enfrentar al terrorismo de ISIS, sino para buscar eliminar el riesgo de una guerra termonuclear, ha disparado la histeria del establishment financiero anglo americano que ve amenazada su geopolítica.
Después de la disolución pacífica de la Unión Soviética, y de la conversión de Rusia a una economía de mercado, Rusia solo reclamo de Occidente que no se fuera a sitiar nuclearmente su territorio, con emplazamientos de misiles nucleares apuntando a Moscú desde los antiguos territorios de la Unión Soviética. Y efectivamente esto es lo que ha venido ocurriendo a través de la OTAN. Esta doctrina del mundo unipolar, donde las potencias angloamericanas dictan las ordenes al planeta, obviamente no iba a ser bien recibida por Rusia. En su utopía termonuclear los halcones han pretendido que será posible incluso desarrollar armas nucleares de tal magnitud que dejen sin posibilidad de respuesta a Rusia, frente a un primer golpe nuclear de Estados Unidos, por ejemplo. La paz del mundo es precaria porque naturalmente nadie va a aceptar la idea de un nuevo imperio romano y es imposible que en un “ataque nuclear preventivo” del bloque angloamericano a Rusia, ésta nación se vaya a quedar con los brazos cruzados. Lo único seguro frente a estos escenarios utópicos es la posibilidad de una aniquilación de la especie humana.  

Sin embargo, desde los Bush, Dick Cheney y Obama, la doctrina militar de la OTAN ha sido acorralar nuclearmente a Rusia (y ahora también a China) para alcanzar una pretendida hegemonía mundial. Ahora con la elección de Trump es posible que esta relación adversaria entre Estados Unidos y Rusia desaparezca y sea reemplazada por una cooperación mutuamente ventajosa. La simple posibilidad de que esto ocurra ha puesto a Trump en la mira de los poderes financieros de Wall Street y la City de Londres. Actualmente están en marcha escenarios  para: 1)  Fomentar  una “revolución” en los Estados Unidos contra Trump, 2)  Liquidarlo políticamente a través de un proceso de destitución, y 3)  Asesinarlo, como ya empieza a sugerirse en las redes sociales y en algunos medios masivos de comunicación.

En lugar de admitir que Hillary Clinton perdió las elecciones, porque era la candidata de la continuidad de las políticas de Obama, y el pueblo estadounidense estaba harto de las guerras, los drones, la crisis económica, la miseria, el desempleo, etc., Wall Street disemina la absurda especie de que la nación más poderosa del planeta fue hackeada por los rusos, quienes le impusieron a los estadounidenses a Donald Trump. Lo que se pretende es obligar a Trump a tener una postura adversaria contra Rusia para que así demuestre que no es un “agente ruso”. Paralelamente se busca liquidarlo por cualquier medio posible.

La nueva Ruta de la Seda de China y el plan de infraestructura de Trump

Otra de las pesadillas del establishment financiero angloamericano es que Trump y el presidente de China Xi Jinping puedan llegar a un acuerdo estratégico para que el programa de infraestructura de Trump se articule al programa chino de construcción de grandes obras de infraestructura conocido como la nueva Ruta de la Seda (One Belt, One Road). Desde septiembre de 2013, cuando se anunció la iniciativa china de la nueva de la Ruta de la Seda, los bancos, empresas y el gobierno chino, han suministrado crédito y puesto en marcha gran cantidad de todo tipo de proyectos de infraestructura masiva (puertos, ferrocarriles, etc.) que están conectado a Eurasia y a África, en particular, con incursiones en iberoamerica.  

El 19 de marzo, Rex Tillerson, secretario de estado de los estados Unidos se reunió con el presidente Xi Jinping, como parte de lo que se ha calificado de preparativos de una cumbre entre Trump y Xi Jinping que se realizaría principios de abril.  En conferencia de prensa con Wang Yi, canciller chino, Tillerson afirmó que la relación con China se guía por el "no conflicto, no confrontación, respeto mutuo y cooperación mutuamente beneficiosa". Buenos augurios de una relación productiva entre las dos naciones.

Si se logra fraguar una relación de cooperación entre Estados Unidos,  Rusia y China, en particular, que ponga en la agenda los proyectos de infraestructura y el desarrollo de la ciencia y la tecnología, al tiempo que se aprueba la reactivación de la Glass Steagall, en el contexto del impulso a las políticas de industrialización del Sistema Americano, anunciadas por Trump, la humanidad, en su conjunto,  entrará en una nueva etapa de desarrollo, nunca antes vista en la historia, un nuevo renacimiento económico, científico y cultural planetario, preludio de un renovado  impulso del imperativo extra terrestre humano: explorar y habitar otras regiones del inmenso universo que nos rodea; sólo así resolveremos todos los problemas que se enfrentan en el proceso de garantizar la felicidad y sobrevivencia exitosa de nuestra especie humana.

El actual inquilino de la Casa Blanca es un hombre de carne y hueso, impredecible, con ideas y pasiones profundas, y como lo ha demostrado hasta ahora, con una decisión inquebrantable de cumplir con lo que prometió en la campaña electoral, en beneficio del pueblo estadounidense. Todos debemos ayudarle a que cumpla con su misión, que resulta ser congruente con la  misión que nos proponemos los ciudadanos de todas las naciones del planeta.

Para el caso de Colombia, en agosto de 2015, en el memorando estratégico: Santos, Xi Jinping y las semillas de la paz, elaboré una propuesta que es totalmente compatible con la perspectiva esbozada por el Presidente Donald Trump. (Ver en: http://forodeproyectosestrategicos.blogspot.com.co/2015_08_01_archive.html

Bogotá, Colombia, 28 de marzo de 2017.



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